En estas semanas varios youtubers han hecho muy viral que en vez de comprar unas pechugas de pollo a más de 7€ el kg, compremos un pollo entero a poco más de 3€ porque sale mucho mejor a cuenta. El caso es por la mitad de precio tendríamos 1/2 kilo de esas pechugas limpias de pollo que queríamos y muchas otras piezas con las que preparar infinidad de platos. Nosotros llevamos comprando pollos enteros más o menos un par de años, pero no por el tema de ahorrarnos un dinero, ahora sin duda es otra de las razones para hacerlo, fue porque coincidió con el hecho de que llevábamos una temporada en la que comprábamos pechugas de pollo en bandejas y la carne nos parecía artificial, ronchante y con una textura similar a la carne descongelada. Vimos que comprando los pollos enteros no nos pasaba, al menos tan a menudo, y es que debe de ser que efectivamente la carne limpia sin piel debe de someterse a algún tipo de conservación en cámara y eso debe de provocar alteraciones en la textura. Contadnos si a vosotros os ha pasado.
Pues bien, nosotros os vamos también a animar a hacerlo, porque porcionar o trocear un pollo es súper sencillo y con las piezas que os salgan, os vamos a dar unas cuantas ideas de platos con los que configurar un batch cooking de platos de pollo ideal para la semana. Antes de nada, que sepáis que un pollo normal de supermercado viene a pesar entre 1,5 kg y 2 kg, y ya os hemos dicho en otros posts, que este detalle es importante ya que puede que el bicho no nos entre en una freidora de aire, o bien, nos quedamos cortos de filetes (por ejemplo). El pollo entero suele además tener una caducidad de unos 5-6 días, algo superior a las pechugas de pollo, y de esta forma, podéis organizaros mejor las preparaciones sin necesidad de congelar.
Hay muchas formas de cortar un pollo en sus partes principales, los polleros son verdaderos artistas, nosotros salimos simplemente del paso, pero creemos que con eso vale. Lo primero que haremos será eliminar las plumas que tuviera la piel del ave, esto se hace extrayéndolas con las uñas y un poco de paciencia, o bien, usar una lumbre (gas), o un soplete para quemarlas. El pollo no se debe de lavar, o eso siguen recomendando, nosotros lo hacemos sólo en caso de que el pollo sea de campo. Pues bien, cogemos un cuchillo de chef bien afilado para empezar a cortar los traseros. Lo haremos exactamente metiendo el filo entre la pechuga y el contramuslo, y al hacerlo descubrir, doblando el trasero, la junta que une la cadera con el fémur. Una vez lo tengamos, tendremos que cortar siempre rodeando el hueso y liberando el trasero de la pechuga. Lo mismo haremos con el otro trasero. Ya tenemos una parte.
Con las alas haremos algo similar, en este caso buscaremos el corte por debajo del ala en el eje del húmero con la parte que se une a la pechuga, y haremos lo mismo, cortar rodeando el ala para que se desprenda de la parte superior de la pechuga. Lo mismo haremos con la otra. Ya tendremos otra parte.
Ahora sacaremos las vértebras simplemente quitándolas de la carcasa principal y se hace cortando al ras de ambas pechugas, la pieza sale sola. Una tercera parte lista.
Hola, Carlos: muy buen consejo. Hasta ahora siempre pedía las partes de pollo que iba a necesitar en función de la receta que quería hacer, pero llevo unos días pensando que me traería más cuenta comprar el pollo entero, así que tu entrada viene a reforzar lo que estaba barruntando. Lo de trocear el pollo, eso es harina de otro costal, soy una manazas ¡Qué le vamos a hacer! y mi carnicero/pollero es un máquina troceando y deshuesando y, además mientras lo hace da palique y gasta bromas, así que me lo traeré troceadito de la carnicería jajaja.
ResponderEliminarMuchas gracias por la entrada.