Y tenemos cada vez más claro que no existe en el mercado porque no haya pasado alguna de las pruebas de consumidor que harán las empresas de lácteos, quizás la gente relacione su sabor (y no es broma) con algún jarabe o medicina, o porque simplemente no guste. Pero, por otro lado, esto no se explica el éxito de los refrescos, energéticos, helados y zumos industriales con este sabor.
Hay un Tiktok de un chico llamado Luis Valmont (apoyamos su video y canal subiéndolo por aquí) que explica todo esta historia perfectamente poniendo sobre la mesa varias teorías, y aunque a nosotros nos parece un video fantástico, nos asombra ver que la gente se burla de él en los comentarios, dejándonos cada vez más claro el perfil tan bajo que hay en las redes sociales. Parece mentira que este tipo de información genere mofa, y no las tonterías que haga un cantante o el youtuber de moda. Increíble.
Video extraído de la cuenta de TikTok de Luis Valmont
Pero volviendo al tema del yogur de naranja, es curioso que no existan estos yogures y sí en cambio se vean yogures de mandarina, cuando por todos es sabido que el aroma procesado de la mandarina es prácticamente igual que el de naranja. ¿Es que acaso tiene más gancho etiquetarlo como yogur de mandarina? El caso es que de este cítrico nos hemos encontrado en los supermercados cuatro, uno en el Lidl, que a veces vemos, uno de Larsa, que ya ha llegado a Madrid, uno francés, que para nosotros es el mejor y lo vende Alcampo, y uno de Soja mezclado con lima. También hay unos bifidus de naranja de Eroski, pero no lo hemos probado porque a este supermercado ya no podemos acceder en Madrid capital. Y con respecto a los yogures de naranja que vienen de fuera, manda narices que en Europa se vendan, y en nuestro país, que es el mayor productor de cítricos del mundo, no.
Por último, hemos visto que más de uno ha comentado que el tema de yogur de naranja es noticia (trend) sólo porque no existe, y eso no es verdad. Mirad, si no se quiere fabricar pues que no se fabrique, pero queremos ver a alguien del sector que diga el por qué, ya que su ausencia es general. Y sí, habrá detractores de este sabor, pero también habrá gente que lo compre, sobre todo si éste viene en packs de yogures variados. Hemos sido capaces de normalizar que exista en el mercado yogur de coco, de piña, de galleta, de tarta de queso o de frutos del bosque y no de nuestra fruta predilecta, la naranja. Veremos qué pasa en los próximos años, pero para nosotros todo esto tiene poco sentido.
En otro orden de cosas, hace unas semanas compramos la leche de pastoreo Kaiku Gurea en los supermercados Kiwi en Alcorcón. Que sepamos, esta leche es difícil de encontrar en Madrid ya que nunca la habíamos visto en otros supermercados, y aquí la tenían como una de las dos opciones de leche fresca de este curioso hipermercado. Si os somos sinceros nos ha hecho ilusión encontrarla, pero no sabemos por qué la leche fresca de pastoreo, que supuestamente es la mejor que nos podemos encontrar hoy por hoy en las grandes ciudades, a nosotros no nos está encantando. Es posible que los que tenemos ya los 50 pasados, se nos haya borrado de la memoria aquel sabor de la leche fresca natural que había antaño, y ahora que la volvemos a tener a nuestro alcance, nos pille 'desentrenados'.
Y esto nos pasa con otras muchas cosas que comemos, es obvio que el paladar del ser humano ha ido modelándose con el tiempo en aras de sabores menos naturales y más procesados. Y la realidad es que, por diferentes motivos, pocos productos conservan los mismos sabores y matices que tenían hace (por ejemplo) 100 años. El género ha cambiado, la producción ha cambiado, la seguridad alimentaria ha cambiado, la rentabilidad ha cambiado y los gustos han cambiado. Todo esto ha pasado inadvertido en la sociedad, pero lleva ocurriendo mucho tiempo.
Y es verdad que la leche de pastoreo organolépticamente es un diez. Tiene un color y textura excelentes, se nota que no es una leche desnaturalizada previamente, y bueno, eso de los morros manchados de leche al beberla es aquí un hecho ¡maravillosa! Pero... su sabor y aroma, que insistimos que son los auténticos de la leche de vaca, nos echa un poco para atrás, sobre todo, cuando calentamos la leche. Esto nos pasó igual con otra leche fresca de pastoreo que vende AhorraMas bajo su marca y es de Lugo. Y os preguntaréis ¿qué ocurre entonces?
Pues parece que las vacas al comer exclusivamente pasto, y ser una leche menos pasteurizada que las normales (caducidad en 3 días), su sabor se ha conservado mucho más natural, más rico en compuestos aminoácidos y, por tanto, en matices, y en definitiva posee un sabor y aroma más intensos. La sensación que tenemos bebiéndola es similar a cuando tomamos leche de cabra, aunque la razón de su sabor es diferente, los ácidos grasos de la leche de cabra son distintos, en el caso de la leche de pastoreo que es el mismo animal, los ácidos grasos cambian por lo dicho anteriormente.
En definitiva, si os gusta la leche de vaca de verdad, esta leche es una joya a 1,60€ la botella, y cuidado con la de AhorraMas, vale 1,15€ y es de sabor similar, y si sois de la zona centro de la Península, acceder a ella es muy fácil.
Por último, queríamos comentar nuestro punto de vista con el fenómeno burger en España. Creemos sinceramente que se nos ha ido un poco la pinza con el concepto de hamburguesa en esta última década. Creemos que la idea inicial de empezar a tomarnos en serio este emparedado, y hacer hamburguesas similares a las americanas, era realmente buena, pero eso sólo ocurrió en el año 2011-2020 con la llegada de las diners y de varias franquicias americanas a otro nivel. Hubo un verdadero auge de locales nuevos, hamburguesas de mucha mejor calidad, y bueno, todo lo que rodea a la hamburguesa 100% americana. Pero en estos últimos 5 años la cosa ha derivado en algo inquietante, hemos llegado a vender propuestas sin mucho sentido, hamburguesas de colores, coberturas dulces, combinaciones inverosímiles, rebozados xxl, carnes con maduraciones increíbles, fusiones entre gastronomías, baños de queso cheddar etc. La hamburguesa se ha convertido sin duda en el nuevo gin tonic.
¿Y los precios? Estaréis de acuerdo con nosotros que hemos normalizado que una hamburguesa valga ya entre 14 y 18 euros. De hecho, esta semana vimos por las redes sociales un local que servía hamburguesas con carne de buey del conocido restaurante El Capricho y que costaba la friolera de 18€. Y bueno, en estos meses hemos visitado con los niños varias hamburgueserías de moda en Madrid que tenían en carta hamburguesas que valen eso, 14€-16€, casi todas ellas (ojo) sin patatas, ni bebida. Si queríamos todo, y un par de postres a compartir, el ticket por persona salía a unos 20€. Y en algunos locales no te puedes ni sentar, es prácticamente un local para llevar.
Fotografía extraída del Diario de Navarra
En fin, todo esto igual que ha venido se irá y por aquí se quedará lo que realmente valga la pena. Y es que es curioso comprobar que nuestro hijo Jorge, que en estos locales se ha pedido siempre una hamburguesa mucho más sencilla, buena carne y rellenos discretos, al final ha resultado ser la mejor de todas.
Carlos Dube.
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