Restaurante Casa Morgan en Almuñécar, museo gastronómico

Ya es una premisa en esta parte del litoral granadino el encontrarte varias escuelas taller municipales para aprendices de cocina y profesionales en general. En la comarca esta idea ya está muy desarrollada y contrastada desde hace años, y se trata de sitios dónde un futuro cocinero sin apenas experiencia aprende las técnicas más importantes de la cocina aportando su esfuerzo e ilusión, eso sí, siempre respaldados por varios profesionales que son los auténticos residentes de estas aulas. A la vez que estos chicos aprenden y dan de comer a los clientes (la mayor parte veraneantes) se descubre un tipo de cocina que fusiona la creatividad juvenil con la base más clásica de la gastronomía de la zona, incluyendo casi siempre en su repertorio, productos locales y próximos a la zona.


La verdad es que si miro atrás en el tiempo, siempre hemos seguido esta forma de cocina entre otras cosas por la proximidad de la misma a nuestro lugar habitual de vacaciones, y luego está lo sorprendente de la atención, y lo bonito de los locales. La escuela taller por antonomasia de Almuñecar y desde hace nada menos que unos 15 años es el Horno de Cándida, (C/Orobia, 3). Estas escuelas pese a en el fondo ser modestas en infraestructuras dentro del increíble panorama nacional actual, son a mi juicio bastante modernas y experimentales. Es el caso de este nuevo restaurante-cortijo llamado Casa Morgan (museo de artes, costumbres y gastronomía andaluza). Se trata de la última apuesta instalada en el término municipal, concretamente en las afueras del pueblo y en un desvío que nace en la carretera general sentido al puerto deportivo Marina del Este (subida a la urbanización “El Montañés”). Sólo por deleitarse con sus impresionantes vistas debería de ser suficiente pretexto para descubrir un lugar encantador con una cocina de calidad.


Por otro lado esta finca ha sido diseñada para convertirse en un lugar ideal para bodas, bautizos y comuniones porque en primavera y verano, el local posee una amplia terraza dónde poder (por ejemplo) cenar a la luz de la luna, dejando atrás unas preciosas salas que en invierno acogen y sorprenden, sobre todo por sus decoración y pintura, que recrean con mucho estilo la vida rural en la zona en pleno siglo XX. Y ya como anécdota, el restaurante nace de un viejo chalet de dos plantas y de toda la parcela que le rodea, todo ello adquirido por el consistorio sexitano hace más de 15 años.

Y sobre el concepto culinario del sitio, y aunque su carta está directamente relacionada con el emblemático mesón La Muralla (C/Angel Gámez) de Almuñecar centro, consiste en un tipo de cocina a grandes rasgos poco arriesgada pero de mucha calidad, a un precio dignamente meritorio rozando los 40€ por persona. De todas formas hay bastante por descubrir en una carta amplia y bien surtida de vinos, postres y manjares autóctonos, apostando por combinaciones de vanguardia mediante la vía tradicional. Por último deciros que ponen buenas cantidades y que creo que la próxima vez, y en vista de los visto, nos tiremos en plancha a por los pescados.


Para empezar en la carta de vinos vimos buenos caldos, pero es verdad que no podíamos beber en condiciones por el desplazamiento en coche hasta el recinto. Pero lo que más destaco es que el restaurante nos ofrecía como comodín un estupendo Calvente de uva Moscatel de Alejandría nativo de la zona. Sólo por eso, uno es capaz de no seguir leyendo. También teníamos amplio surtido de Riberas, Ruedas y Riojas, suficiente para acompañar cualquier plato de la carta. De todas formas como pedimos todos carne nos tiramos al tinto y a un comodín, el Enate.


Con respecto al agua mineral que ofertaban, se me antojó como una opción muy novedosa el agua Valtorre en botella de cristal azul, agua que no pedimos pero que disfrutamos mucho. Esta toledana Valtorre es típica verla en hipermercados y tiendas en su formato pet de 1,5 litros o garrafas de 5 litros. Por vez primera vez la veíamos en este bonita botella hecha exclusivamente para restaurantes y hoteles. Y aunque este agua mineral no nos ha dicho nunca nada, era agradable tomarla a la temperatura que la sirvieron e insisto, en este envase tan atractivo.


Bueno, a lo que vamos. Empezamos la cena con un fabuloso paté de la casa el cuál nos sorprendió gratamente. Sabor a auténtico paté trufado y casero pero con una textura fina y excelente. Nos encantó. aunque la guarnición y la salsa que lo acompañaba a mí personalmente no me gustaron mucho. La salsa tártara que también lo acompañaba resultó ser insípida, ácida y sin matices destacables, y esos encurtidos que a mi juicio no pintaban nada. Quizás se salvaba una cebolla extremadamente caramelizada que se apoyaba en el paté, pero tampoco.

El pan tostado que servían con el mismo, también flojo, y aunque nos lo comimos todo a veces parecía que estaba como duro. Echamos en falta en ese momento un pan más selecto para acompañar todo, pero justo antes de que yo empezara despotricar sobre esto nos trajeron cuatro panecillos de ración recién horneados y de un sabor y olor excelente. ¡Ni que me hubieran leído el pensamiento!. Un diez.


A continuación pedimos un segundo entrante que en este caso fueron unos pimientos del piquillo rellenos de bacalao y mango acompañados de timbal de arroz. Pese a que esto no sabían a casi nada, la salsa de tomate que los acompañaba en combinación con el bocado principal los apañó un poco. Salsa de tomate eso sí, cien por cien casera y sabrosa, junto con un arroz blanco que copaba el centro que entretuvo más que otra cosa. Yo creo que no lo volveríamos a pedir más.


Luego pedimos el salmorejo de la casa, con un sabor rico y una textura inolvidable. La verdad es que es cien por cien recomendable. Lo hacen estupendo.


Luego una ensalada tropical con queso de cabra también excelente, con ese toque final de la vinagreta con la miel de caña.


Por último pedimos los lógicos cuatro segundos platos. Uno se tomó un entrecôte con salsa a la pimienta verde y timbal de patatas, que pese a estar bueno fue para mí la opción peor de todas. Además, en este caso creo que el local abusa de la palabra timbal. Todos llevaban las mismas patatas fritas pero que por otro lado estaban excelentes. También la salsa era en general de calidad, pero pocas sorpresas en la carne de algunos segundos. Otro comensal tomó un solomillo con melón y frambuesas con guarnición de verduras asadas, carne embadurnada de una salsa de rica textura pero de un sabor fuerte a melón. Pese a no ser el mejor solomillo que hayamos probado jamás, era tierno y por tanto aceptable. Lo curioso es que ambos platos estaban acompañados de la misma guarnición, a mi juicio un detalle algo aburrido y cansino.


Por último el chuletón de buey trinchado para dos personas. Realmente fue un plato sorprendente y sobresaliente. Un sabor exquisito y una ternura muy próxima a la perfección. Oficiado a mi juicio perfectamente con un punto muy sutil a plancha y bastante cantidad. ¿Lo peor? La guarnición, que venía aparte y consistía en más de lo mismo, un puñado de patatas fritas (las mismas que las otras carnes), unos cogollos con una especie de sirope (sobraban), algo de tomate o pimientos (no me acuerdo), algunas verduras y algún higo troceado que aunque me pareció original, parecía que lo era lo primero que habían pillado por la cocina. En definitiva me quedo con que la carne nos encantó. Repetiremos.


Y ya en el postre no nos animamos a arriesgar más, entre otras cosas porque estábamos cansados. Pedimos un surtido para 2 personas para compartir entre cuatro y no probé mucho del mismo. Ya sabéis que no soy muy goloso, aunque lo probé. Todos coincidimos en que los hemos comido infinitamente mejores. Al parecer de entre los cinco o seis tipos de postres destacó el tiramisú, aunque ese sí que no lo probé. En cambio sí probé el tocino de cielo, que la verdad es que estaba muy bien hecho. Sólo por esto salvo el surtido de la quema. Tengo aún sospechas de que algunos postres lo confeccionara la famosa pastelería Mari Trini (como hacía el restaurante Playa Calabajío), pero lógicamente esto es sólo una conjetura.


Por último un leve tirón de orejas al mâitre, porque mucho protocolo de si "todo estaba a nuestro gusto" o de "si la comida estaba así o asá", pero a la hora de la verdad, no se notaba tanto la clase de un lugar que está aún situado en la parrilla de salida. Al finalizar los postres el camarero nos ofreció muy amigablemente a tomar unos licores y finalmente nos los pusieron y nos los cobraron. Fueron sólo 2 orujos de hierbas y 2 limoncellos y creo que para promocionar el sitio y cuando unos clientes se han gastado 40€ por barba (sin cafés), que menos que servir unos licores aunque sea inundados de hielo para dar el pego y animar a la gente a volver.

Porque la verdad es que este detalle lo valoramos todos muchísimo. Es como una ayuda que brinda el local para disfrutar de la sobremesa en su establecimiento, y hacer de paso un poco la digestión de su comida, al igual que ofrece otros servicios diferentes, éste debería de ser otro. Luego se quejan los hosteleros de que las propinas este verano están siendo nulas o casi nulas, y no me extraña, a 12€ los licores, pues ya me dirás tú (aunque propina les dejamos).

Ahora que lo pienso yo creo que a excepción del Tito Yayo no nos han invitado ningún mesón o restaurante a nada en todo el verano, ojo, no digo que esto deba de ocurrir en todos los sitios de veraneo, pero hemos alternado mucho y gastado mucho (a veces éramos grupos de 10), y antes ocurría mucho más a menudo.

Pues nada, sólo advertiros que si vais pidáis los espárragos de la casa (bañados en nata y queso parmesano), no los pedimos esta vez y aquí porque son los mismos que los del restaurante La Muralla, y ya los conocemos (ellos los conocían). De verdad que son emblemáticos dónde los haya.

En fin, que desde aquí le damos las gracias a Verónica y Gabriel por enseñarnos siempre todos los rincones gastronómicos y no tan gastronómicos de esta maravillosa comarca.

Salud.

4 comentarios:

  1. Desde que la mujer de Antonio Díaz (conocido de toda la vida por su restaurante de Cabria) nos recomendó este sitio, hemos acudido ya en tres ocasiones y además lo hemos recomendado más de media docena de veces a amigos que ya han ido y que han agradecido la recomendación.
    Tendré que hablar con Luis (creo que así se llama el gerente) para ver si nos da comisión y nos invite una de cada cuatro veces.
    Realmente hacen falta sitios como éste en Almuñécar e incluso deberían abrir otros incluso mejores, aunque fueran más caros. Creo que todavía no hay ninguno que iguale a Los Moriscos en la Playa de Motril.
    Besos y Abrazos.

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  2. Por Dios, los Moriscos. Doy fe de ello. A ver si volvemos a ir. Un abrazo fuerte.

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  3. Hola buenos tardes, queria dejar en conocimiento la buena, apuesta del establecimiento "Museo Gastronómico Casa Morgan", en crear un establecimiento diferente en la comarca y de servicios de calidad.

    Empezando por el lugar, un enclave precioso, con vistas a toda Almuñecar y la Herradura, magníficos salones y una terraza espectacular, con una bodega al lado de esta, donde poder degustar una variedad de tapas exóticas y alguna tradicional pero sorprendentemente deconstruida con aires de novedad, mardidados con buenos vinos que sorprenden los paladares mas exquisitos.

    Hablemos del plato fuerte de negocio que es el restaurante.
    La Verdad que no pensabamos que existiera un lugar donde poder hacer degustaciones de comidas de tan alta calidad en esta región, a lo mejor es que nosotros somos del norte, donde no es dificil de encontrar buenos enclaves de negocios con una cocina que te sorprenda.
    La verdad es que nos sorprendimos con el menú de degustación, pues este tiene lo que una degustación debe de tener, Presencia, Calidad, Variedad y muy buenas terminaciónes de sabores con las que poder disfrutar y recordar.

    La carta es muy completa, puedes elegir entre gran variedad de platos, buenos entrantes y ensaladas y una estupenda carta de pescados y carnes, en la que la frescura de los productos hacen que los platos sean fantasticos.

    El servicio de sala es muy bueno, mucha educación, saben estar atento al cliente y tratarlos como se debe,y no es para menos, puesto que estamos hablando de un negocio de mucha calidad.

    Nosotros hemos estado en muchos establecimientos hoteleros y de restauración por toda la zona, ya que hemos visitado almuñecar en varias ocasiones y invito a las personas que sepan apreciar la buena cocina acompañada de buenos vinos y del buen servicio con unas vistas inmejorables a visitar el Museo Gastronómico Casa Morgan. Creemos que es una parada indiscutible en la comarca, ya que salimos totalmente satisfechos.

    Bueno resumiendo, queriamos dejar en constancia este negocio y su buen talante, estuvimos en Mayo y para Julio queremos volver con el resto de la familia.

    Un cordial Saludo al personal del negocio y decir que volveremos sin duda. Muchas Gracias.

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  4. Hola anónimo, gracias por comentar sobre el restaurante. ¿Qué menu degustación pedísteis y en qué consistía?. Sabrás que el que lo lea quiere cuantos más detalles mejor, incluído nosotros. Un saludo.

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**** A T E N C I O N     S I    D E J A S    U N    C O M E N T A R I O ****

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