La pasada Navidad no pudimos probar el turrón que se puso tan de moda en las redes sociales de nuestro país, nos referimos al blando de pistacho de la prestigiosa casa Vicens, un turrón de pistacho de categoría suprema firmado por célebre pastelero Alberto Adriá y el chef José Andrés. Y lo que pasó, si no os acordáis, es que una gripe nos arruinó la mitad de la Navidad y no pudimos ir a comprarlo a las tiendas físicas de Vicens que en donde se podía adquirir este turrón sin tener pagar un extra de gastos de envío que, sumado a los 17€ que cuesta la tableta, se nos antojaba demasiado caro. Pues bien, este año nos hemos acercado por la tienda del Paseo de Recoletos en Madrid, lo hemos comprado y obviamente lo hemos probado. Hoy os traemos nuestra revisión. 

Pero antes, os ponemos en contexto. Estamos hablando del indiscutible protagonista de las fiestas navideñas pasadas, fue el que, por unanimidad, consiguió alzarse como el mejor turrón del 2022, teniendo en cuenta que de unos años hacia aquí, la cata de turrones se ha convertido en algo que ha suscitado el interés de mucha gente, y muchos canales y youtubers se han apuntado a la prueba descontrolada de turrones, ya sea de las principales marcas turroneras, como de los supermercados. 

Nosotros con los turrones tiramos la toalla hace tiempo, han ido apareciendo muchas propuestas bonitas, enrevesadas y caras dentro de una auténtica burbuja turronera, pero pocos turrones, que no sean algunos clásicos que no conocíamos, nos han podido emocionar. Y eso que desde que tenemos el blog, hemos probado varias propuestas interesantes de casas prestigiosas y de algunos chefs, pero no han llegado a ser más que pralinés excéntricos, chocolates con cosas y dulces que poco o nada se parecen al concepto del turrón clásico. 

¿Y qué debería de tener una tableta de turrón para afirmarse en ese concepto?, pues creemos que tiene que ser algo sencillo, de ingredientes naturales, aromas y colores creíbles y por supuesto, elaborado artesanalmente, y no un parque de atracciones de texturas, colores y sabores que se alejan terriblemente de este concepto.

Pues bien, este blando de pistacho es una clara excepción a la moda que ha surgido. Se presenta como una propuesta clásica, original y que no se desvía del concepto del turrón, usando buena materia, siendo bastante natural, y en definitiva, es como un turrón blando que en vez de usar almendra lleva pistacho. Además, no hay más que ver su composición, más de un 60% de fruto seco, azúcares, miel y clara de huevo. No hay más. 

Pero ocurre una cosa curiosa, tras probar un par de trocitos lo notamos algo más seco que el blando de Jijona tradicional, es decir, su textura parece como si estuviéramos ante un turrón de Jijona de menos calidad, algo que tradicionalmente era achacable a la menor proporción de fruto seco, pero vamos, que en este turrón no es el caso. 

Y es curiosa esta diferencia cuando el pistacho y la almendra tienen pocas diferencias nutricionales, ambos tienen un porcentaje de grasa similar, misma proporción de proteína, mismo aporte calórico etc. Sólo se diferencian quizás en la fibra que es algo mayor en la almendra. Por tanto, es raro que pase esto y creemos que la diferencia pueda venir por las características organolépticas del propio pistacho que éste sea menos húmeda que la de la almendra. Porque la casa que lo fabrica sabe lo que hace. De todas maneras, este detalle no es algo determinante.

¿Merece entonces la pena gastaros 17€ en esta tableta de 250 g? Creemos que si sois auténticos devotos del pistacho lo deberíais de hacer, pero si no, creemos que no merece la pena porque lo que os perdéis es eso, una pasta dulce de pistacho pura. Lo malo es que, tras un año en el mercado, no le ha salido ninguna competencia, y si queréis algo similar, no hay otra opción. De todas formas, si conocéis alternativas decírnoslo por aquí.

Carlos Dube.