Por si no lo sabéis, el que haya castaños a lo largo y ancho de la península ibérica hay que agradecérselo a los romanos ya que eran muy aficionados a consumir este fruto. A todo esto, de unos años aquí se ha descubierto que efectivamente los castaños son originarios de Italia y no de Mesopotamia o de Grecia, como antiguamente se pensaba. Pues a lo que vamos, al parecer lo descubrieron tribus prerromanas anteriores al imperio, pero fueron estos últimos los que los que lógicamente las exportaron y explotaron, así se explica que haya miles de hectáreas dispersas por toda Europa con este árbol tan longevo, extensiones que hoy por hoy se cree que se han reducido a la mitad.
Ya os he dicho que en España plantaron miles de árboles, sobre todo por el norte e interior de la península. Y es en Cataluña, Galicia, y en varias localidades al norte del país (Asturias, León (Bierzo) etc) dónde desde hace siglos son muy famosas estas castañas y sus fiestas, como las fiestas del Magosto (entre el día 1 de noviembre y el 11 de noviembre, dependiendo de las zonas) o la Castañada (en Cataluña). En la del Magosto se consumen las castañas junto con el vino nuevo del año, buenos chorizos y empanada, todo entorno a grandes hogueras y multitudes. En la Castañada catalana en cambio (que es sólo la noche del 31 de Octubre), salen a relucir junto con las castañas, los famosos panellets (pastelillos de almendra y azúcar).
Dice una de las tradiciones populares catalanas (que sólo son populares) que los panellets surgen por y para los niños. Al parecer es muy tradicional que la tarde previa a la noche de los difuntos, los hombres y los niños salgan a recoger al bosque castañas, boniatos y leña para asar y comer esa misma noche, como ofrenda religiosa a los difuntos. Mientras tanto las mujeres se quedaban en las casas preparando la hoguera y unos curiosos pastelillos de almendra y azúcar llamados panallets. Así celebraban la recolección familiar e ilusionaban a los niños con los dulces. ¿Cómo? pues porque una vez de vuelta con las castañas escondían varias de ellas por los rincones de la casa para que por la noche las almas de los difuntos vinieran a recogerlas. Al día siguiente (o por la noche, no me ha quedado muy claro) veían admirados cómo esas castañas eran cambiadas, supuestamente por los difuntos, por deliciosos panellets.
En fin, que no será por tradiciones. Otra tradición respecto a los panellets, desvincula a las castañas de los mismos. Estos surgen de los árabes y de su pasión por la almendra y de su ofrenda personal a los difuntos. También otra tradición arraigada dice que estos dulces surgen de los campaneros locales, que para coger energías y tocar las campanas toda la noche, las mujeres se los preparaban.
De todas maneras, si no conocéis a nadie que os regale amablemente algunos ejemplares, se pueden encontrar frescas en las fruterías (el precio suele ser caro, de unos 5-8€ el kilo). Estas deben elegirse grandes, duras y con la piel brillante. Por favor, siempre así. Y por si no lo sabéis el resto del año también se pueden encontrar castañas, pero estas son especiales y cada vez más raras de ver a no ser que vayas a zonas de abundante producción, puestos muy especializados en ciudad y algunos mercadillos de pueblo. Hablo de las famosas castañas pilongas. Estas castañas deshidratadas (secadas al humo) y que nada tienen que ver con el dicho popular porque mantienen su sabor y propiedades, son ideales para moler, hacer papillas o purés. Son consumidas sobre todo por personas mayores, más acostumbradas a su uso.
En fin, que la mejor manera de consumir castañas en crudo y en casa es con una sartén o carmela que a fuego suave las vaya tostando previamente rajadas. También se habla de utilizar el horno, también rajadas, pero remojadas en agua caliente durante quince minutos. Así, se introducen en el horno a 180º durante otros veinte minutos, o hasta que la cáscara se comience a deformar. Se comerán siempre calientes (¡dónde va a parar!).
Leo además en alguna web que las castañas se pueden congelar con cáscara, pero si no queremos (yo no quiero) lo mejor es tenerlas en un sitio fresco y consumir pronto, no dejar pasar mucho tiempo. Para pelarlas ya sabéis que lo mejor es escaldarlas en agua hirviendo previamente rajadas. Así se pelan muy bien y de una sóla vez (hablo de las dos pieles tanto interna como externa). Si se quiere cocinar con ellas, una vez descubiertas se deben de trabajar en caliente, porque si se enfrían dicen que se ponen tiesas y los postres o purés salen menos finos.
A mí desde luego, como me gusta más la castaña es asada.
Qué sepáis también que la castaña es uno de los frutos secos menos calóricos. Su bajo contenido en grasas (2,2 gramos por cada 100 gramos, es decir, 165 calorías por 100 gramos) contiene menos de la mitad de calorías que el resto de frutos secos, aún así, las pocas grasas que contienen son muy saludables para el corazón y para la tensión arterial. El ácido fólico que contienen es importante, al igual que las vitaminas y sales minerales. También es destacable su alto contenido en agua, y su gran sabor. Desde luego, que son todo un manjar al alcance de cualquiera.
Salud.
Hola Carlos (soy Angel)
ResponderEliminarcomo echo de menos pasear por Granada oliendo los puestos de castañas asadas... parar, comprar un cucurucho e ir andando y comiendo castañas calentitas.
¡Qué ganas de volver a mi tierra!
No me extraña, aquí sólo tenemos estrés y olemos a polución. Que pena.
ResponderEliminarPues a mi me repugnan. Dais asco todos
ResponderEliminara que me hecho un pedo
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