El ketchup, llegó el rey de las salsas (y una posible receta)

Quizás el Ketchup sea uno de lo condimentos o salsas que más personas del mundo conocen. Esto, aunque parezca una simple reseña, se convierte en toda una proeza para el creador del mismo, porque ya me diréis que a quién se le ocurrió continuar produciendo una vieja fórmula de salsa pero con tomates, iba a pensar en llegar a esto, a tener una marca distribuida por todo el mundo, adaptarse perfectamente a los tiempos, y encima gustar a la gente. Esto sí que es realmente difícil y sólo un hombre lo ha conseguido a gran escala, Henry J. Heinz.

Foto extraída de Micro Macro de flickr

Lo de la vieja fórmula es verdad, el Ketchup proviene de un mejunje originario de Asia, y no exactamente como lo conocemos hoy, sino que totalmente adaptado. Dicen que el ketchup base proviene de una pequeña isla llamada Amoy dónde producían desde hace siglos una especie de líquido extraído de la sudoración del pescado, algunas verduras y especias. Esto además lo llamaban ‘ketsiap’ que significa algo así como salsa de pescado en escabeche. Como veréis no se trata de Ketchup, pero digamos que todo se empezó a gestar mediante esta fórmula.

Foto extraída de Spot2805 de flickr

Se dice que además este condimento arribó con el tiempo a Europa, concretamente a Inglaterra, que gracias a los marineros ingleses que habían estado por allí participando en varios conflictos armados durante el siglo XVIII, trajeron consigo esta costumbre de tomar la salsa en su dieta. Por otro lado se sospecha que utilizaban este mejunje para disimular el mal olor y gusto de las carnes podridas que transportaran en sus viajes los cuáles duraban meses.

Según la web de Apicius, en Estados Unidos se empieza hablar del Ketchup gracias a James Maese, cuando en 1804 escribió el libro “Love apples made a fine catsup”. En él hablaba hacía referencia a la vieja salsa y a los tomates como ‘Love Apples’, forma con la que los americanos los llamaban por aquella época. Comenta Apicius que ellos creían que los tomates eran perjudiciales para la salud, por lo que no acostumbraban a tomarlos. Curioso. Añade también que la evolución del Ketchup hasta llegar al concepto actual fue la siguiente. La palabra Ketchup surge hacia principios de este siglo en un libro titulado "The Universal Receipt Book". La primera receta la publica el doctor Kitcher (1817) la cuál llamó “Tomata catsup”. Y una tal Lydia Chiled escribió que el mejor ketchup era el que usaba tomates en 1829.

De todas formas Heinz no fue su creador, ha sido su principal difusor. Además la primera salsa “Tomato ketchup” no fue comercializada por él. Fue en 1834 cuando Bunker & Co. (New York) empezó a venderla localmente. Posteriormente lo hicieron otras empresas, y se dio a conocer aún más. Hasta que llegó Heinz, que en 1876 empezó a comercializarla por todo EEUU.

Foto extraída de Creative Eye de flickr

Antes de este acontecimiento, Heinz empezó a trabajar desde muy abajo, cuando tenía 25 años fundando la empresa Heinz & Noble junto a su vecino L. Clarence Noble con la que envasaban rábanos en conserva. La empresa, la cuál estaba en Pittsburgh (Pensilvania) cerró por bancarrota por el crack de 1875. Sin embargo Henry no se dio por vencido y reanudó sus labores esta vez con un hermano John y un primo suyo llamado Frederik, construyendo una gran fábrica la cuál empieza a comercializar el Ketchup Heinz y otros productos (salsa de pimienta roja y verde, el vinagre y la manteca de manzana, la salsa de chile, las conservas de frutas en almíbar, mostaza, sopa de tomate, coliflor y cebollas en vinagre y judías cocinadas y listas para comer en lata.

Foto extraída de flickr de Slice

Al parecer se empiezan a conocer fuera de las fronteras cuando Heinz realizó un viaje a Inglaterra con la familia. Al parecer se puso en contacto con Fortnum & Mason, que por aquel entonces era el mayor distribuidor de productos de alimentación pactado lo que en un futuro se convertiría en un acuerdo internacional de distribución. A los 10 años Heinz abrió la primera oficina propia en este país, e inaugura su logotipo de “57 variedades”, número que veréis en todas las variedades de la compañía, y que según leo el eslogan estuvo inspirado en una campaña que había similar pero de zapatos, la cuál anunciaba “21 tipos

Foto extraída de Jabzg de flickr

En 1919 Henry Heinz muere de una neumonía a la edad de 75 años. Su hijo Howard le reemplaza reestructurando la compañía y llevándola a lo más alto.

Pues bueno, la verdad es que os nos hemos puesto al día gracias a la bibliografía de Apicius.

Foto extraída de feels just like you should de flickr

Sólo queda contaros, de forma general, qué es el Ketchup de hoy y cómo incide en nuestra salud. El ketchup de hoy tiene mucho azúcar y sal, sin embargo por llevar una alta concentración de tomate reduce muchos riesgos cardiovasculares, y probabilidades de contraer varios tipos de cáncer (como el de próstata). También posee vitaminas y sales minerales (potasio, calcio y magnesio), aunque en cuanto a las calorías, es un poco más calórico que el tomate frito (25% más).

Si queréis saber una receta aproximada, tomad nota porque no tiene desperdicio.

RECETA CASERA DE LA SALSA KETCHUP

INGREDIENTES

1kg de tomates maduros
2 cucharadas de semillas de hinojo (o similar)
2 cucharadas de semillas del coriandro (o cliantro)
2 pellizcos de jengibre
4 cebollas picadas
4 dientes de ajo
4 clavos
1 guindilla
Pimienta recién molida
Sal
1 litro de tomate frito (tomate, aceite y sal y pasado por la batidora)
1/4 de vinagre de vino
1 poco de Azúcar (para la acidez de tomate)
albahaca fresca

PREPARACION


Hacer un tomate frito según la receta más tradicional.
Pochar la cebolla hasta que caramelice. En un mortero machacar todas las semillas (también los clavos). Echar el jengibre, las guindillas y el ajo picado a la cacerola.
Echar ahora el resto de especias.
Decjar cocer unos minutos y echar los tomates pelados y picados, y la albahaca. Agregar el tomate frito junto el azúcar y el vinagre. Cocer a fuego bajo unos 30 minutos. Apagar.
Echar ahora la albahaca y batir todo en la batidora.

Guardar al vacío.

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