Para volverse uno loco. Qué
lujazo de comida, de reunión y de día. Maravilloso, y en vista del efecto colateral que han tenido las
gachas en a valoración que os escribí sobre el vino
Hesvera que degustamos en dicha reunión, os vamos a publicar un breve resumen de la edición de este año para que cotilleéis un poco como fue, y que estuvimos haciendo el
Sábado pasado en un cálido piso de
Madrid.
Veréis, cada vez nos damos más cuenta de la importancia tan grande que tienen las
gachas en mi familia. Os lo podréis imaginar si celebráis todos los años alguna comida especial entre vuestros seres queridos, pues bien, por fin tuvimos esta
gachada anual en casa de mi madre con menos bombo que otros años, porque la verdad, es que las cosas han cambiado en parte. Os podréis imaginar ahora a mi madre con un nieto, no dedica como antes y como es lógico, todos sus esfuerzos y tiempo a la celebración de la misma (porque entre otras cosas no lo tiene), y se agobia mucho más que antes aunque sin razón, porque a mi sobrino (y a todos) no nos falte de nada. Las abuelas son así.
De todas formas mi hermano le ayuda mucho a elaborarlas, y es él el que estos últimos años las prepara (la
gacha) mientras mi madre le va guiando y suministrando todos los ingredientes (que no son pocos). El caso es que la
gachada sigue siendo una fiesta gastronómica en toda regla y qué os vamos a contar que no sepáis de estas reuniones, buenas viandas, buena compañía y en nuestro caso a plato puesto. Qué más se puede pedir. Algo que al menos sabemos valorar.
Ya sabéis que este acontecimiento coquinario lo celebramos al menos una vez al año, y creo que ha sido así todos los años. Madre e hijos intentamos cuadrar las agendas para poder asistir a este evento gastronómico único y genuino que ya en otros
posts os contaba como lo elaborábamos y los pasos que seguimos. Quizás hoy por hoy sea la reunión gastronómica más importante en mi familia, junto con la
callada (
callos a la madrileña) y la improvisada reunión para degustar el
pote gallego (pendiente está
postearlos)
. Y esto lo sabemos porque este año por ejemplo, hemos fijado la fecha de las
gachas desde mediados de
Diciembre.
Quizás este año ha sido una reunión más especial porque mi sobrino está precioso (
18 meses), y daba gusto verle chupetear un
corrusco de pan al lado nuestra, mientras se reía, y ponía cara de asombro, y al poco se iba quedando dormido, mientras veía atento como nos pegábamos el festín. Está para comérselo. También, y en otra sintonía, tuvo que ver un poco el excepcional
vino que degustamos y como no, el gran
soufflé que compramos en la famosa pastelería
Gómez, dónde este
postre es una de las tantas especialidades de la casa (¡este ejemplar era de más de
2 kilos!).
Las viandas cárnicas como siempre excelentes,
lomo de cerdo ibérico,
salchichas frescas
, hígado de cerdo, tocino adobado y un exquisito
chorizo fresco de
Zamora. La
morcilla (que estaba
demasiado fresca) era excepcional y de indudable calidad. Ya la habíamos probado en un
cocido madrileño, y la verdad es que es de lo
mejorcito.
Esta
morcilla de Burgos la trae mi hermana por una compañera de camino de
Santander. Se trata de una morcilla de la localidad de
Sotopalacios, famosa precisamente por este
embutido. La marca es '
Agueda González Martínez y Otro' (no veo nada en
Internet) y quizás sea una de las mejores
morcillas de Burgos que hayamos probado en años junto con las genuinas
morcillas de
Palencia, y aquellas burgalesas que comprábamos en la calle
Santander, en un aledaño de la plaza del ayuntamiento. Estas se deshicieron un poco por estar demasiado recientes (fritas sin
iel).
Por lo demás, nada que destacar. La
harina de almortas es tradición en mi casa comprarla de
Tarancón. Y las
guindillas genuinas
piparras junto con los encurtidos de la tienda de
Carlos (
Charlie), de la galería de alimentación del
Parque de las Avenidas. Todo extraordinario.
Esto es
repollo picado aliñado con
ajo, comino y
vinagreta para rebajar calorías.
Para los que no sepáis a qué saben las
gachas, éstas saben a
torrezno y a
ajos, con un leve matiz a
hígado fresco a la plancha y con un regusto final al
pimentón y (en nuestro caso) a
alcaravea. Aunque estos matrices varían según el tipo de
gachas que se tomen. Pican y poseen una textura de una
papilla de maizena salada que acompañada con
pan es uno de los manjares por excelencia de nuestra gastronomía más pobre y popular. La
morcilla se fríe aparte.
En fin que un día lleno de grandes momentos, y de gran tradición. Qué se repita mucho tiempo.
Salud.