Los geniales aliños de Paul Newman y Hotchner

¿Conocías las famosas salsas de Paul Newman? Bueno, de P. Newman y de su viejo amigo el editor y escritor Aaron Hotchner no nos olvidemos. Pues es una historia curiosa en la que reluce un fondo de puro y moderno marketing bajo una idea divertida, altruista y brillante. Y es que todo surgió porque Paul Newman's ha sido desde siempre un amante confeso de la cocina, bueno, de la cocina americana, y su proyecto de crear una marca con sus ideas no venía de años atrás, si no que surgió de la más pura casualidad. Es en definitiva una anécdota digna de contar (que ahora os contaré) y que finalmente se ha hecho eco a nivel mundial como la patente Newman's Own.


Bueno, pues es que en el fondo estos dos amigos tenían que encarrilar dos cosas para llegar a lo que han llegado a hacer. Una era la diversión de dos hombres por la cocina ('[..]Shameless Exploitation in Pursuit of the Common Good') y la otra su necesidad innata de ayudar a los demás, cuestión que para nada fue baladí en el proceso de creación. Así que en 1982 el propio Newman (de ahí el nombre de Newman's Own) fundó la compañía junto a este amigo llamado Aaron, que aunque es verdad que había un trabajo detrás, ya existía la fama y dinero necesarios para empezar con éxito lo que quisieran emprender, pero podían no haberlo hecho y haber seguido cada uno con sus vidas, pero no fue así. Así que lo primero era ponerse a lanzar uno de sus productos (para ellos) estrella, una salsa. ¿Pero qué salsa?.

Pues era complicado. Ellos empezaron regalando a sus propios amigos viejas botellas de vino rellenas de aliños que para ellos los consideraban 'mágicos', y casi todo lo que al principio crearon fueron aliños para ensalada y lo hacían como regalo sin más, o según leo para celebraciones o Navidad. Cuentan en la red que las salsas las ideaban en el sótano de Paul (..bueno ya sabéis que si no se descubren las cosas en un garaje o un sótano, cómo que no es lo mismo), y luego claro está, las envasaban y las daban. Pues la idea empezó a gustar en su círculo más próximo, empezando con pequeños lotes o ediciones muy limitadas de las mismas hasta que con el tiempo, sus propios amigos les animaron a sacarlas al mercado.


Hablaron entonces con entendidos en distribución y marketing, y les advirtieron que para empezar a venderlas tenían que empezar a darlas a probar 'a lo grande', así que necesitaban gastarse unos 400,000 dólares de entonces para cubrir los gastos de ese marketing de prueba, a ver que salsa o salsas tenían éxito, y luego ya explotarlas sobre seguro. Curiosamente leo que ellos se negaron, y prefirieron invitar progresivamente a un grupo grande de gente y amigos a escoger entre sus muestras de aliño para ahorrarse un dinero que consideraban excesivo para su propósito. Así que les invitaban, les preguntaban, y lo anotaban. Al final seleccionaron el favorito (podéis ver un slide muy gracioso a modo de resumen en su web). Todavía Paul sigue diciendo en algunas entrevistas que si hubieran hecho aquella famosa prueba de marketing, seguirían buscando la receta perfecta en su sótano.

Pues con la receta ya seleccionada en la mano adelantaron ya sólo 40.000 dólares cada uno y contrataron a un fabricante privado para embotellar la preparación. Así que en 1982 lanzaron su primer producto al mercado, un ridículo aliño de aceite de oliva y vinagre que fijaros lo que es la vida y aunque parezca un aliño básico y absurdo, Paul y Hoetcher se adelantaron a su tiempo. Ya sabéis que hoy por hoy estos combinados arrasan en el mercado de salsas, y en aquellos años poca competencia había la respecto, así que por su 'tonto' que fuera su aliño, tenían el campo despejado.

Pues efectivamente, el éxito de su aliño tardó poco en cuajar. La idea gustó no mucho, sino muchísimo, y los americanos sólo hablaban de la salsa de Paul. Descubrieron en una sóla vez, un aliño excepcional, una salsa cómoda de usar, versátil en cuanto a platos y bonita al trasluz. Y si a esto le añadíamos que el cien por cien de las ganancias (el líquido financiero) fueron donadas en su integridad a la caridad, el éxito fue rotundo, y claro, así ha seguido hasta hoy. Ya os dije que la caridad en su proyecto fue fundamental para su éxito, y para su consolidación.


¿Por qué lo de su cara en la botella? Él dice que todo empezó como una broma, pero todos sabemos que no fue así. Newman era listo y decidió publicitar esta sencilla salsa de la mejor manera posible, eso sí, fue muy original esbozando su propia cara pintada a mano. Ellos sabían que así se ahorraban muchos gastos de promoción y por otro lado era fácilmente localizable en el supermercado. Desde luego lo que es loable es que dentro de una sociedad tan capitalista como la americana, él no tuviera (ni tiene) ninguna necesidad de ganar dinero con el negocio, y con estas ideas han sabido rentabilizar un producto que sigue estando presente hasta nuestros días.

Bueno, pues os imaginaréis que poco a poco la empresa añadió a su lista de goods, más cosas (salsas para pastas, carnes, palomitas de maíz y hasta una limonada), todas aportando la cara pintada del propio Paul Newman sobre la etiqueta, y barriendo allá dónde iban.

Me ha parecido una idea muy acertada, hacer algo que te gusta, ayudar a los más necesitados, y salir adelante sólamente con la imagen de una persona mítica en el cine. Así que ya sabéis, si la véis compradla, todo el dinero será destinado a los niños necesitados (ha propiciado campamentos para niños necesitados en EEUU y Europa).

Destaco de esta historia un dato para que veáis lo impredecible del marketing. Aunque les advirtieron que su negocio no iba a cuajar con un aliño tan 'básico', el primer año las ganancias ascendieron a medio millón de dólares. Hoy por hoy la empresa ha tenido un beneficio neto de 200 millones de dólares vendiendo nada más que salsas, zumos y aditivos.

Pues aquí tengo la salsa Ranch, y vamos analizar la composición de esta salsa:

Aceite vegetal, mantequilla, agua, jarabe de fructosa (extraído esta vez del trigo), vinagre de alcohol, ajo, yema de huevo, jugo de limón (procedente de concentrado), sal, perejil, almidón de maíz modificado, cebolla seca, mostaza en polvo, pimienta negra y gelificante (goma xantana).


Pues bastante aceptable. Por si no lo sabéis, la goma xantana es una especie de gelificante, es decir, un producto que modifica la textura de un líquido logrando mejores y mayores densidades. Se vende en polvo, y también se le llamado xantano.



Aunque la salsa Ranch no la inventaron Paul y compañía, ésta se vende como muy bien. Parece ser que los que la inventaron en 1954, fue un matrimonio Steve y Gayle Henson, los cuáles abrieron un rancho-hotel cerca de Santa Barbara (California) y lo llamaron algo así como el "rancho del valle escondido". Parece ser que como negocio paralelo a la granja, ellos vendían a sus invitados una preparación que Steve había hecho en su estancia en Alaska. La preparación se convirtió el algo muy popular, y comenzaron a venderla embotella a los invitados que residían en sus habitaciones, y al poco tiempo abrieron una fábrica para vender la salsa refrigerada tipo mayonesa (fábrica todavía disponible). En 1972 la marca fue comprada por una empresa llamada Clorox por 8 millones de dólares y la exportación a más de treinta países cobró vida.

Por último Clorox reformuló la preparación varias veces para tratar de hacerlo más versátil. El primer cambio creo entender que fue añadir mantequilla. En 1983, Clorox desarrolló una formulación no refrigerada y embotellada más popular. La salsa se llama Hidden Valley y la podéis encontrar en muchos sitios a menos de 5€.


Pues nada, ya os he contado cosillas sobre la salsa y la empresa. Lo mejor es usarla con combinaciones simples, ejemplo, unas hojas de lechuga bien frescas, abundantes porciones de pechuga de pollo a la plancha, maíz también a la plancha y bacon.

La salsa la compré en The Food Hall por 5€

Salud y buen fin de semana.

1 comentario:

  1. Una pena que Newman nos haya dejado. Un gran hombre, y un gran actor, sobre todo en su madurez. No le olvidaremos nunca.

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