Palencia y su feria de la Tapa Picata Minuta (2ª parte)

Este artículo es continuación de éstem y el siguiente bar al que fuimos fue ya al día siguiente cuando nuestro cuerpo digirió la cantidad ingente de bocados sabrosos y distintos que degustamos el día anterior.


Empezamos improvisadamente a tapear cuando visitamos el río, la catedral y sus aledaños. El sitio nos gustó, se trataba del bar Doña Berenguela (C/Santa Teresa de Jesús, 2), lugar perfectamente situado en Palencia y de los más céntricos, sitio de vinos y de aperitivos después de las bodas y misas y que nos deleitó con su Trilogía Palentina. Tapa curiosa y bonita que consistía en tres productos típicos de la comarca, morcilla palentina (con piñones), pimientos asados de Torquemada y jijas adobadas o matanza palentina dentro de un hojaldre (tipo empanada) que ofrecía consistencia y contraste. La verdad es que la tapa era muy contundente y estaba bien elaborada, además utilizaba productos de Palencia cosa que valoramos muchísimo, pero la presentación dejaba mucho que desear.

Nuestra puntuación es de un 7, pero podía haber sido menos, porque estaba recalentado del microondas, que no es que sea malo, pero se ablandó el hojaldre. También lo de la presentación y que además el bar no ofrecía género ni variedad en barra, cosa que a veces nos resultaba desconcertante si salías de tapas. No obstante la atención fue muy buena y las bebidas, que fueron refrescos, estaban muy fríos y bien presentados.

Aquí hicimos un receso en el camino para ir de compras y luego ir a comer a la Casa del Abad en Ampudia. Ya por la noche, y después de otra complicada digestión, decidimos ir de nuevo de tapas a ver si podíamos al menos llegar a conocer al menos la mitad de los sitios.

Como estábamos algo cansados fuimos a los sitios más cercanos al centro, porque aunque algunos de los que estaban más alejados ofrecían tapas con mas gancho, quedaba aún por conocer algunas que tampoco desmerecían.

Empezamos por una tapa que sólo pedí yo porque mi novia no había hecho todavía hambre, se trataba de un pequeño fiasco como el que sirvió la franquicia Gambrinus Calabazas (C/Patio de Castaño, 1). Su picata era una Tosta de Lacón con Huevo de Codorniz y Queso Fundido. Digo fiasco por captaros un poco la atención porque el bocado era apetecible, pero la tapa era demasiado previsible y sencilla, y no escondía ningún secreto ni sabor por probar. El bar en cambio sí tenía ambiente de barra, pero vamos, como todos los Gambrinus y tuvimos la suerte de podernos sentar en primera fila mientras la gente veía el fútbol por su televisión.


La puntuación que le doy es de un 2, porque insisto en que estas presentaciones no eran dignas de una feria de la tapa que se quiera constituir como tal, y no es que sea demasiado pureta con estos preceptos, pero por favor servir las tapas en platos de café y sobre un trozo de pan de barra, no por favor. Además la tapa era muy pequeña, y se veía descaradamente que o se buscaba un rendimiento económico, o es que las cosas no se quieren hacer bien. A mí me pareció muy mal y no os podéis imaginar lo que nos acordamos de Granada.

Continuamos nuestra andadura con el bar La Ermita (C/Juan de Castilla, 2), dónde probamos (mejor dicho probé) las Delicias de Morcilla con Salsa de Pate y Frutos Secos. El bar era acogedor para tomar unas cerveza o unos vinos, ponían además tercios de Mahou (que se agradeció enormemente) pero volvíamos de nuevo a lo mismo. No había ambiente de barra de tapas y de raciones, es más, yo creo que ni tenían cocina (sólo un sitio con nevera y microondas), pero vamos, esto tampoco lo sé seguro y si fuera así sería un punto positivo para ellos que no para la organización. La tapa estaba bien confeccionada, pero fallaba el sabor final. No era una tapa maravillosa, melosa o deliciosa, pero era sabrosa y estaba trabajada. No se apreciaban bien los sabores y estaba templada, pero aún así, destaco su originalidad y presentación.


Mi puntación es de un 5, pero insisto en lo mismo, este tipo de bares no eran atractivos para tapear y el bar no daba opciones en este sentido. No hablamos con ellos, pero los chicos de la barra se les veía muy majetes. Suerte.

En fin. Fuimos después al último bar dentro (del centro) y que no nos defraudó. Se trata del bar La Abadía (C/Berruguete, 8), con su Secreto de Mar. Un bonito pincho que venía acompañado de una espuma o mousse de fruta (mandarina o naranja) que enganchó. El bar también nos gustó mucho, aunque estaba un poco agobiado. Tenía también restaurante con acceso por otra puerta, pero no pudimos ver nada. Ponían además pequeñas tapas gratis con tu consumición, a nosotros nos tocó una de palitos de cangrejo igual de meritoria que la del Gambrinus, y por un momento pensamos que era su picata.


Y no. Su tapa bandera consistía en lo que os he dicho, en una brocheta de langostinos rebozados en una tempura y la mousse, sin más. Desde luego el bocado estaba bueno, y lo probamos caliente y crujiente, lo cuál, aunque parezca una tontería se agradeció. Además el marisco parecía fresco, pero no os podemos decir. Nuestra puntuación es de un 6. Aunque a lo mejor nos quedamos pelín cortos.


Por último fuimos al último bar, mi novia sólo había comido el pincho de marisco porque aún estaba llena, pero aquí ya nos teníamos que animar a cenar algo porque ya era tarde para desplazarse a otros lados y estábamos cansados. Se trataba del bar La Cántara (Casado del Alisal, 35), tasca que tuvimos que rebuscar porque la numeración del folleto estaba equivocada. Al llegar, nos dimos cuenta de que estábamos entrando en un bar de esos de cortinillas que era todo un desastre en decoración. La barra era amplia y modesta, y el personal abundante. El fútbol estaba a toda mecha.


La oferta no estaba muy visible, pero se intuía que había género por el olor a fritura y el ruido de la cocina que se veía desde la barra. Había carteles escritos a mano con algunas raciones, y comprobamos que el género parecía decente y muy económico, y eso desde luego no se ve muy a menudo. Bueno decente, no tanto. No os pidáis las gambas gabardina, que era una masa indigesta que no nos gustó nada, pero claro, a 0,50€ la gamba que queréis. Pedimos en cambio unos calamares a 3€ la ración que estaban muy aceptables para el precio.


Pero vamos a hablar de su picata, Pincho Relleno de Marisco, bocado que no estuvo mal de sabor y tamaño pero que dejaba la creatividad en algo inexistente. Croquetón relleno de marisco (sabor a gamba y palito de cangrejo) que más parecía un llena tripas que una degustación de algo. Poco ofrecía más el bar, que además la presentación de sus cosas mejor me la reservo. Nuestra puntuación es de un 3.


Y a nuestro pesar terminamos la ronda de pinchos.

Conclusiones. Bares estupendos pero sin refinar. Gente amable y buenos precios en general. Pinchos muy diferentes entre sí y selección, por parte de la organización, de cocinas (si tenían) en general algo impropia. Consumiciones bien puestas, y cultura de vinos en barra, aunque, cuando fui a pedir uno que anunciaban como vino de degustación, ya no les quedaba. Tirones de orejas a montones, pero siempre con simpatía y con añoranza.

Palencia tiene un todavía largo camino por recorrer, que es imponerse definitivamente como capital de las verduras de Castilla y León y una opción importante a tener en cuenta con algunas de sus propuestas culinarias, y por tanto de sus tapas.

Salud.

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