Restaurante Tito yayo (Almuñécar)

Hola a todos. Os os voy a recomendar un sitio para comer en Almuñecar en Granada, y probar desde lo más típico y tradicional de la zona hasta algún guiño moderno a la nueva cocina, que aunque todavía es pequeño, poco a poco se va descubriendo en la carta.

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Lo que es curioso es que vamos por allí con amigos de la misma tierra y no te creas que llegan al restaurante y se piden la friturilla y las migas, para nada, estos son los que prueban cosas diferentes a las ya tradicionales, pasan de pedir platos que a los de Madrid nos llaman poderosamente la atención. Es curioso pero cada uno está ya acostumbrado a lo que tiene al alcance todos los días. Es como si saliéramos por ahí a comer, y pidiéramos cocido, no es exactamente lo mismo, pero ¿a qué ya sí que me entendéis?.

Bueno, pues hace bien poco que estuvimos celebrando más o menos mi cumpleaños en este sitio, y digo más o menos porque esto es lo que tiene una visita relámpago a la zona, se trató de comer, tomar un café e irnos rápidamente a intentar ver cosas, pero bueno, así fue. Para empezar, lo que me gusta desde luego de este sitio es su ubicación (la siguiente cala a la playa calabajío), se encuentra en una de las zonas todavía medio vírgenes de Almuñecar, aunque claro, esto visto hace 20 años os podréis imaginar el cambio que ya ha sufrido. No obstante, todavía guarda algo de ese encanto perdido de una Almuñecar medio abandonada de los años ochenta. Qué pena no poder disfrutar más de lo que fue y ya no es.

Otra cosa que nos encantó es algo que vengo reivindicando desde que tengo uso de razón, que aunque reconozco que no es muy chic, realiza perfectamente su cometido. Hablo de una carta gráfica. Pues sí, la carta tiene las fotos de cada plato, dónde desde luego ya no hay pérdida a la hora de poder elegir qué comer. Por ejemplo, en más de alguna ocasión habréis pedido escalope milanesa ¿verdad? pues a mí, me lo han traído sin empanar con patatas fritas con su salsa milanesa. Otras veces sumergido entre pasta con la misma salsa pero el filete estaba rebozado. Y en otras en escalopines empanados sobre arroz con tomate y carne picada. En fin, es un ejemplo como tantos, pero que evita poderosamente el factor sorpresa.

Pues bien, si venís por este sitio no pidáis a lo loco, las raciones son abundantes y tenéis que dejaros aconsejar, iros eso sí de cabeza y sin rechistar a por las berenjenas a la miel de caña. Muy poco te deben de gustar las berenjenas para que este plato pase desapercibido en tu viaje por estas localidades tropicales. Impresionate manjar típico de la zona, crujientes, bien fritas y de sabor limpio, con esa miel en su justa medida que hacía que el plato fuera la estrella de la jornada. De todas formas es ya todo un clásico pedirlo.


Luego nos sugirieron chopitos al no haber boquerones fritos, y es que antojadizo de mí que los pedí casi sin consultar al resto, bueno, al final consensuamos con el camarero en pedir dichos chopitos, los cuáles nos gustaron mucho (el sabor y la frescura, eran chopitos de los auténticos) pero que no los limpiaron bien de esqueletos, y comerlos es verdad que se nos hacía algo incómodo. También es cierto, que como estos chopitos, pocos vamos a comer en Madrid.


A continuación, pedimos el plato que nos pareció más del montón, los mejillones de la casa (en salsa picantona), que a mi juicio llevaban demasiado colorante y grasa, y aunque los mejillones estaban buenos, las conchas estaban poco limpias y la salsa se hacía algo insulsa (dónde estarán los mejillones del desaparecido restaurante de la zona Steakhouse Argentina). Para otra vez ya lo sabemos.


Luego pedimos, pese a discutir entre todos qué nos apetecía más (nuestros amigos querían solomillo con salsa de mango) una ración para dos personas de pescado a la plancha como Dios manda, y es que hombre, para una vez que bajamos a la costa el pescado nos pareció la opción fundamental. Como podréis ver no desmerecía en absoluto repetir en otra ocasión, aunque bien es verdad que para mí le faltaba un poco más de rape y jibia y menos gambas y mejillones.


Y poco más que contaros, de postre pedimos un surtido de tartas que no desmereció en absoluto sobre todo las pirámides de chocolate, era 'lo que les quedaba' por cocina (por llegar tarde). Todo desde luego a un precio sin competencia, como sin competencia el 'mala follá' (como se dice por abajo) del camarero que nos tocó, que es que el hombre no podía evitarlo.

Menos de 20€ por cabeza. Esta feo decirlo, pero nos pareció un precio increíble para la calidad que ofrecían. No pedimos vino, pero sí un montón de refrescos y cervezas.

Creo que repetiremos la próxima vez e iremos a por la fritura y a probar algo de carne.

Ya os contaremos.

RESTAURANTE TITO YAYO
Playa de Cabria s/n
958 88 19 80

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