Las galletas de jengibre es algo que queríamos hacer desde hace mucho tiempo, no por tradición, que no tenemos ninguna, sino porque nos gusta todo lo que las rodea, y bueno, tanta gente no puede estar equivocada, son unas galletas riquísimas con una gran tradición en los países anglosajones y del norte de Europa. Nos atrevimos y nos encantaron.


Nosotros alucinábamos hace años cuando veíamos a muchos blogueros, además de por aquí, hacer unas curradísimas casitas de jengibre con muñecos pintados con una perfección alucinante. Veíamos que era algo que tenía muchísimo trabajo pero es que tras ello había mucha pasión por toda esta cultura. Y todos decían lo mismo, la masa estaba buenísima. Sin duda es así, aunque ya os adelantamos que os tiene que gustar el jengibre porque el sabor predominante de las mismas es ese. Bien es cierto que por el empleo de miel de caña y panela se les aporta un regusto a regaliz muy interesante. Pero en fin, lo mejor es que las probéis porque son muy sencillas e ideales para agasajar a los vuestros con un detalle navideño tan rico. Además, ya sabéis que las podéis colgar en el árbol, para que los niños se coman a estos hombrecillos de pan de jengibre, que es la traducción literal del nombre inglés.


Pues el origen de hacer galletas con forma humana dicen que fue en el siglo XV cuando la Reina Isabel I de Inglaterra regalaba a sus visitas con unas galletas de jengibre con una forma parecida a ella misma, y no necesariamente por Navidad. Posteriormente, hablamos del siglo XIX, encontramos un relato sobre estos hombrecillos en el que se cuenta una historia de hadas aunque de corte infantil sobre un pequeño hombre de masa de pan de jengibre que escapa del horno de unos abuelos y corre campo a través delante de varios animales se lo quieren comer. También existe una canción muy conocida, una serie de televisión y mucho mercadeo navideño con una figura infantil que se ha popularizado en el resto del mundo por lo vistosa que es. De hecho en la película Shrek aparece la figura de Jengi, la cuál inmortaliza en las nuevas generaciones esta clásica figura infantil.


Vamos pues con la receta para 22 galletas necesitaremos, 350 g de harina floja, 100 g de mantequilla, 1 huevo, 130 g de miel de caña, 100 g de azúcar panela, 1/2 cucharadita de bicarbonato, 1 cucharadita colmada de canela, 2 cucharaditas colmadas de jengibre en polvo y una pizca de nuez moscada. Para la glasa, usamos unas pinturas comerciales. ** Nosotros no usamos carbonato amónico en vez de bicarbonato.


Tan fácil como mezclar la mantequilla a temperatura ambiente con el azúcar (usamos la pala mezcladora de la Kitchen Aid).


Añadimos el huevo y la miel y continuamos mezclando.


Impresiona el olor. Echamos ahora la harina, las especias y no nos olvidemos del bicarbonato.


Mezclamos bien todo.


Lo sacamos con la ayuda de una lengua de cocina y hacemos una bola que cubriremos con papel film  y dejaremos reposar en la nevera, mínimo 1 hora.


Una vez fría la masa, y entre dos papeles de horno, estiramos la misma hasta dejar 1/2 cm de grosor.


Y con un cortapastas con forma de muñeco, haremos los cortes. Retiramos la masa sobrante que volveremos a estirar para cortar más hombrecillos. Y repetiremos la operación hasta que no nos quede más masa.


Aquí listos. No importa que haya ciertas imperfecciones.


Aquí tras hornear 12 minutos a 180º, calor arriba y abajo sin aire.


Los ponemos a enfriar sobre una rejilla, con cuidado que son delicados cuando están calientes.


Una vez hayan enfriado totalmente, nos ponemos a decorar. Nosotros no hemos decorado nunca con glasa, es divertido, pero tenemos muchos errores. Los primeros os saldrán peor, pero los últimos mucho mejor.


Aquí manos a la obra.


Dejad que se seque la glasa antes de guardarlos.


¿Qué monos verdad?


Listos ¡A comer!


Salud y feliz fin de semana.