Todos tenemos unos postres que nos hacen recordar nuestra más tierna infancia. Y es que a diferencia de como ocurre ahora, los dulces y postres iban de la mano de grandes fiestas, reuniones o celebraciones. Ahora no, van ligados al día a día. Me apetece, me lo preparo. O bien lo traen al trabajo porque sí o mañana mismo compro lo que necesito y nos damos un homenaje, no tiene más misterio. Pero hace 40 años mi madre jamás nos hubiera hecho un postre o una tarta sin que detrás hubiera algo que celebrar, y era normal, era otra visión de la economía, había mucho trabajo en casa y eran otros tiempos. Lo mismo pasa con las chucherías o el gran consumo de refrescos, se dice que toda la vida los ha habido y no pasaba nada, pero la diferencia es que antes se tomaba una vez a la semana y ahora a diario, además con la puntualización de que antes le dábamos a un balón y ahora a la videoconsola. Todo ha cambiado.


Pues bien, entre los postres que mejores recuerdos tengo estos 7 que hoy os he querido reunir en este post. Otro capítulo aparte serían los dulces comerciales, porque comíamos bollería industrial, es así, y aunque era insana era tendencia, pero insistimos en lo mismo, no lo hacíamos como ahora. Pero mejor hoy vamos a lo que vamos, y os voy a hablar de los 7 dulces o postres caseros que mejor recuerdo de aquellos años 70-80, los enlaces a las recetas paso a paso los tenéis sobre las fotos y en los títulos.

1. La natillas. Mi perdición. Servidas muy frías, cremosas pero sin almidones y ese sabor maravilloso a huevo. Por supuesto coronadas con su galleta, ese bocado tierno y gustoso que iba a la perfección con la untuosidad de la crema. No podía comerme solo una, me comía las que me dieran, me alucinaban. Ahora ya no me pasa lo mismo, aunque reconozco que es un sabor que me evoca muchos recuerdos. La receta la tenéis en el título y el paso a paso lo tenéis por ejemplo en este helado.


2. Tarta de galletas y chocolate. ¿Quién no recuerda esta tarta tan sencilla y a la vez tan increíble? Yo la pedía en casi todos los cumpleaños, y es que era un sabor tan peculiar, tan de casa, que para mí no había una tarta igual. Nosotros que en casa hemos sido muy de chocolate era una opción incuestionable. Se hicieron diferentes versiones de la misma y al final quedó ésta, la que tenemos en el blog. Y es curioso que la vi hacer en casa innumerables veces pero hasta que no abrimos el blog no nos animamos a hacerla. Un dato importante, las galletas pueden ser las que más os gusten, pero en mi casa solo usamos las tostadas cuadradas tipo Cuétara.


3. Plum Cake. Un bollo hecho hasta la saciedad en mi familia, por épocas se hacía casi semanalmente, y que partió de una receta tomada por mi abuela Modesta de una revista allá por los años 80. Ideal para los desayunos de diario ya que en casa hemos sido mucho de bizcochería, pasando por la bolllería de la panadería del pueblo de mi padre (magdalenas clásicas, los borrachos de Tarancón, o los hornazos), hasta este tipo de bollos, bizcochos sencillos, rosquillas, magdalenas caseras y los plum cakes con o sin frutas. Tengo que reconocer que si nos salimos de este guión se ha experimentado poco en el desayuno, pero un bollo mojable de este tipo nunca ha podido faltar. Pues aquí os dejamos con el plum cake familiar, un bollo aromático y nutrido de frutas que ha hecho las delicias de toda la familia durante innumerables mañanas.


4. Arroz con leche. Otro de los postres tradicionales que en mi casa eran muy demandados. Era curioso que ni a mi madre ni a mi padre nunca les ha gustado, pero a mis hermanos y a mí sí. Quizás la culpa la tenía la canela, que se ha prodigado poco en la cocina de mi madre, pero en la de su madre, mi abuela Modesta, sí que se usaba. Recuerdo que este postre siempre se lo pedíamos a mi abuela y ella nos deleitaba con unos arroces con leche memorables, cremosos y bien dulzones. Me encantaba tomarlo frío y con mucho aroma a limón, de hecho, cuando empecé a trabajar y a salir de viaje, siempre que me encontraba con limones especiales, como los de Molvízar, por ejemplo, se los traía a mi abuela aquí a Madrid para que me hiciera arroz con leche. Lo curioso es que jamás se me ocurrió comprarle otras variedades de arroz que sería quizás más interesante.


5. Magdalenas rellenas. Las magdalenas rellenas surgieron para dar solución a una celebración imprevista con ingredientes de andar por casa, entre ellos, la base, unas magdalenas comerciales del tipo que sean. Al final este postre caló entre nosotros y era una verdadera pasada comerlas en cualquier celebración. Se comían bien frías, con el chocolate que las recubría bien solidificado y el corazón muy jugoso. Una mezcla de sabores entre fresa y chocolate que lo tenemos bien grabado en nuestra retina. Un postre muy sencillo y muy tradicional en casa. Ya no es como antes que este dulces eran únicos, y en el 2009 le pedimos a mi madre que nos las hiciera de nuevo para el blog y fue todo un deleite. Ya os he comentado que he sido muy de chocolate pero también de bizcochos borrachos en almíbar, y esta receta lo tenía todo. Comentaros que algunas veces mi madre las rellenaba de crema pastelera en lugar de mermelada, pero éstas me gustaban más.


6. Rosquillas fritas. Qué os puedo decir de este dulce, los roscos o rosquillas fritas, qué verdadero lujo. Recuerdo que apetecían (y apetecen) siempre, y cuando era un chaval, ver como los hacía mi madre partiendo de una harina y unos huevos era como magia. No hay un bollo hecho con harina que me guste más que éste, bien grandes, bien esponjosas y bien emborrizadas de azúcar. Es un bocado místico, epicúreo, uno de esos productos que me motiva a creer que en la tradición gastronómica está el gran legado del ser humano. Podría comerme las que se tercien, sin más. No puedo decir más que estamos ante el 'Dulce' con mayúsculas. Nosotros os las mostramos hechas con la Kitchen Aid, una gran ayuda para elaborarlas, y quedaron muy buenas.


7. Pestiños fritos. No sé si os he comentado que yo nunca he sido de pestiños con miel, esos clásicos oscuros que aún siendo más bonitos que los de azúcar, a mí me cansaban mucho más. Lola opina todo lo contrario y le gustan mucho más los de miel, está claro que para gustos los colores. Tengo también que decir que en estos últimos años hemos comido pestiños con miel buenísimos tanto en casa como por el sur, pero esto es cosa de ahora. En mi infancia eran los de azúcar, esas tiras de masa enrolladas, fritas, ligeras y bien sufladas... ¡Cuántos buenos momentos me han dado! Recuerdo que mi madre los hacía por Semana Santa y me encantaban comerlos entre horas, eran un verdadero vicio. Mis hermanos también eran unos verdaderos devotos, y os tenemos que reconocer que hace mucho que no los comemos, Nosotros en el blog los hicimos con el título de orejas de carnaval, pero no son más que unos pestiños fritos con forma de oreja. En esencia es lo mismo. Os dejamos por aquí el enlace a los pestiños de miel.


Salud y feliz semana.