Ruta nostálgica por Almuñécar (parte I)

Hola a todos, hoy quiero que leáis un pequeño reportaje que desde hacía tiempo tenía pendiente. Se trata de una pequeña ruta por la tierra de mis amores, Almuñecar en Granada. Quiero plasmaros este documento porque realmente es todo un activo, en él os voy hablar de esos pequeños rincones y lugares dónde poder adquirir productos interesantes que os den las claves idóneas para poder disfrutar aún más de una localidad que aparte de tradición, tiene una interesante oferta. La verdad es que estos artículos son los que verdaderamente ayudan al turista a formarse una idea rápida de lo sitios que visita.


Bueno, muchos conoceréis esta localidad costera de Andalucía, pero estoy seguro que los que habéis ido ya aún no conocéis ciertas cosillas que creo que os gustaría saber, sobre todo si pensáis volver por allí próximamente. Precisamente ahora, Septiembre, es uno de los mejores meses del año para visitar tierras sexitanas, ahora hay aguas más limpias, menos gente, menos tráfico, pero misma oferta, aún mucha luz y calor. Sin duda, creo que es una de las mejores épocas del año junto con Junio.

Empezaré esta ruta culinaria desde casi el centro del pueblo, concretamente desde la pastelería que mejor pasteles hace del mundo, Mari Trini (C/Baja del Mar, 23). Estoy seguro que pensaréis que no soy para nada objetivo, pues os equivocáis. Si creéis que habéis probado todo en esto del dulce a pie de calle, creo que os falta probar los tres pasteles emblemáticos de este negocio familiar: los pasteles alargados de chocolate y de San Marcos y el tocino de cielo. Y si me tiráis un poco de la lengua, os diré que todo pastel, bollo o tarta que tenga nata montada casera, a priori está exquisito ya que la nata que elabora esta pastelería es de libro. Una cosa, si una vez allí no reconocéis los pasteles que os comento (que ahora mismo no me acuerdo de su nombre), los distinguiréis del resto porque son grandes y alargados y con un papel de plata en su base. ¡Ah! el strudel casero que hacen es fabuloso, y si queréis comprar/probar la cazuela mohína típica de la localidad (la veis en la foto), el sitio es sin duda éste. No lo dudéis.



Pues después de zamparnos un pastelillo, nos dirigimos por la bulliciosa calle Baja del Mar hacia el paseo marítimo. Su empedrado y angosto firme nos conduce de bajada hacia una gran plaza desde la que emerge la pequeña cuesta que da a las playas. Aquí yace la Plaza del Choco, antaño refugio de un pequeño bar que ha sido clave en la historia de Almuñecar.



Este bar homónimo al que todavía le recordamos con mucho cariño, ha sido una fuente de anécdotas y de buenos momentos para mí y para mucha de la gente que lo ha frecuentado. No sé cuando ha dejado de estar de moda, pero se llevan para sí el recuerdo de varias generaciones de jóvenes desde los 70. Era curioso pero el bar era la casa particular de unos señores que llena de recovecos y con una terraza en la parte de arriba, ofrecían consumiciones y buenos ratos, como también ofrecían su propio cuarto de baño, cuando lo encontrabas entre sábanas tendidas.


Recuerdo ahora mismo y por ejemplo que cuando se acababan las tapas de marisco o de guisos o fiambre, quisquilla fresca, pulpo en salsa, cangrejos, jamoncito de Trevélez etc, te ponían huevos duros. Sí, sí lo que oís. Y como le dijeras al camarero al entrar por la puerta que si “tenía huevos”, conocías al instante la famosa mala follá granadina. Qué perlas soltaba este peculiar y alopécico camarero el cuál regentaba la barra año tras año. Recuerdo también con nostalgia que el primerísimo día de un verano ya muy lejano, fuimos al bar. Recuerdo que sentado en su terraza, miraba abstraído a la gente con la que alternaba y pensaba para mí “Dios mío, ¡si me quedan aún dos meses y pico de vacaciones!”. Parecerá esto una tontería, pero estas sensaciones son lo más parecido a que te toque una lotería.


Una vez cargada la mochila de recuerdos, iniciamos nuestra andadura por la calle paralela a la calle Baja de Mar, se llama Alta del Mar. Atravesando al poco un pequeño pasaje, llegamos a las inmediaciones de la Plaza del Teatro, dónde cerca se sitúa la heladería más antigua de todo Almuñecar, la Jijonenca. Hasta aquí diréis que todo normal ¿verdad?, pues no. Aquí hacen la mejor horchata natural y granizado de limón de toda la zona. ¿A que ya no es tan normal?. Creo que por encima de todo destacan sus bebidas, pero los helados también son exquisitos. Si veis las fotos comprobaréis que por el comercio no ha pasado el tiempo. Por favor, si venís por esta tierra entrad y pedir algo, tomaréis mucha calidad por poco dinero y haréis posible que estos santuarios no desaparezcan. Juro por lo más sagrado que no conozco a nadie de allí.







Una vez hidratados y con una sonrisa de oreja a oreja, volvimos siguiendo nuestros pasos hasta la plaza que une la calle Alta del Mar con la gran vía de Almuñecar, la calle Real. Nos topamos con el restaurante Francisco II del que guardo gratos recuerdos. Justo dónde está sitiado, hay una pastelería muy antigua llamada La Tropical. Esta pastelería abierta desde mediados del siglo pasado, hace un bizcocho legendario en la zona. Antiguamente, y según me han contado, lo servía una señora cerca de la Plaza del Ayuntamiento pero ya no. Y no sabemos con exactitud si se trata de la sobrina o la hija de la dueña, el caso es que su secreto sigue bien guardado entre los mostradores. El bizcocho o bollo es espumoso y muy tierno (es de los que te los comes secos y te da hipo), está bañado en azúcar glacé y es una delicia (alguna vez lo ha imitado mi hermano). El bollo sigue vendiéndose, pero creo que ya menos. Ahora te lo hacen por encargo, aunque al entrar vimos que lo tenían en el mostrador, y te lo venden al peso. Debe de ser que en verano lo hacen a diariamente porque surje la demanda.


Bueno, no podíamos comprarlo porque de Almuñécar no volvíamos directos a Madrid y el bollo se endurecería en Málaga. Pero sé que de haberlo llevado, mi hermano nos lo hubiera agradecido un montón (espero postearlo en breve). Pues nada, si aterrizáis por Almuñécar unos cuantos días encargar cuarto de kilo este bollo para desayunar. Con mantequilla por ejemplo, es un bollo excepcional que es cien por cien “mojable”.

Después de llevarnos esta grata sorpresa, seguimos subiendo por la misma calle Real hasta encontrarnos a mano derecha con la gran panadería Joaquín (último tramo de la calle Baja de Mar). Bollería de las de toda.. toda la vida, dónde es obligatorio comprar su pan de pasas entre otras cosas. Este pan, cien por cien artesanal, es ideal para desayunar o merendar. Es probarlo y caer rendido a los pies de esta señora que los hace desde hace años. Es una mezcla entre un pan de molde sin filetear y un brioché en toda regla, con la diferencia de que lleva pasas por todos lados y su ternura es sustancial. Un manjar que no podéis dejar pasar y que por la ubicación del despacho siempre os pillará de paso. También recordamos sus cuñas de chocolate, bloques rígidos de bollo recubierto de chocolate, que todavía gente como mi hermano lo recuerda.



Una vez avistado el pequeño escaparate del sitio, volvemos sobre nuestros pasos por la escalonada calle Real hasta encontrarnos en seguida con el bar del pueblo por antonomasia, la bodega Francisco. Sí, es de los mismos dueños que el Francisco II que antes os comentaba, del que ya os tengo que contar que fue el primer restaurante al que fui a cenar a la carta y a mantel puesto. Hablamos del año 1991, y yo tenía 18 años.


Bueno, anécdotas a parte, esta famosa bodega del año 1951 la he frecuentado menos de lo que me hubiera gustado, bien es verdad que siempre está hasta la bola y es un poco pesado esperar, además como yo en Almuñecar no vivo en el propio pueblo, no he podido disfrutar frecuentemente de sus tapas al mediodía dónde he comprobado en alguna ocasión que son dignas de tomar. Por la noche he ido varias veces, y lo curioso es que recuerdo probar mi primer gazpacho líquido en vaso de tubo, de verdad que era la primera vez que lo veía. Menciono por encima, la cantidad de barricas con vinos de la zona que posee, aunque de esto poco he comulgado. Excelentes los boquerones y el adobo.


Después de contemplar el lugar y admirar ese cartel tan peculiar que viste su fachada, nos disponemos a subir a la flor y nata de las despensas de la comarca, la tienda Gloria. Esta tienda sí que ha sido testigo del paso del tiempo de Almuñecar y de sus gentes. Primero por su situación, en plena calle Real y Ayuntamiento. Y segundo por su oferta, que ahora os cuento.



Aquí, recuerdo haber comprado por primera vez el vino de la Costa. Haber tomado también su famosa y ancestral miel de caña de Frigiliana (Málaga) en lata (De la Torre) con más de 75 años, o comprar el azúcar moreno a granel de producción local que venden en bolsas de 1 kilo. O el magnifico Ron Pálido, el único ron de España que al comprarlo (y desde hace décadas), te advierten que aproveches la compra que es el último año (mejor marketing imposible). También y por primera, vi botellitas en miniatura de licores y bebidas espirituosas en general, tan de moda en algunos pubs de Almuñecar a finales de los años 90. O el mal logrado Licor de Chirimoya de la zona, que creo que ya no se fabrica.


En fin, que una vez recordado y fotografiado este rincón, nos dirigimos tranquilamente hacia la archiconocida Plaza de los Higuitos pasando por la plaza del Ayuntamiento. Una vez en los Higuitos lo primero que ves es la fuente del centro. Fuente que fue remplazada hace más de diez año por la actual (qué pena). Antiguamente era la fuente del “niño meon”, fuente que representaba la meada más fina y larga micionada por una estatua, que yo haya visto jamás. Era tal que en la plaza sólo sonaba el caer de sus aguas internas.


Y aquí sí que perdurarán para siempre las noches locas de finales de los años setenta y los ochenta (y quizás noventa). A mí no me ha tocado, pero mis hermanos pueden deciros. Yo sólo recuerdo que tenían una ginebra muy particular, de la marca Lirios (que no Larios). El tío te venía a servir y pícaramente tapaba la 'i' con un dedo. Lo demás que servían era cerveza Alhambra y vino de la zona. Curioso. Hoy por hoy lo mejor es acompañar aquella cerveza Alhambra marca de una generación, con las raciones que ofrece hoy por hoy el mismo bar que adquiere por lógica el nombre de la plaza. El nombre de Higuitos como os imaginaréis, se debe a unas higueras tropicales (no las normales) que existían en la plaza y que creo que están todas arrancadas.




Destaco también en la plaza una ancestral frutería dónde podréis comprobar por la foto que el género es caro pero de primera calidad (papayas, mangos, uvas aguacates, etc). Aprovecho para deciros que existe otra frutería emblemática del pueblo en la calle Carrera de la Concepción, dónde el propietario maneja muy bien el cotarro de la fruta tropical de toda la costa, consiguiéndote uva autóctona del lugar, papaya excelente de Nerja e incluso abortos de mango, una exquisitez de las que ya os conté cosas en el blog hace más o menos un año.




Una vez que dejamos esta ala de Almuñecar, nos dirigimos por los aledaños de la Cuesta de la Iglesia a tapear algo por fin salado en un bar nuevo que hay en la propia pendiente. Una vez engañado el estómago con una señora tapa de pulpo, nos dejamos caer rodando hacia la ambientada plaza Kelibia (o Plaza de Análisis Clínicos), lugar de obligatoria visita durante todo el año.


Allí y como era de esperar, nos zampamos en la ya emblemática Trastienda una genuina rosca de jamón y queso roquefort sencillamente excelente. No sé si sabréis que las roscas que ahora veís de Campofrío, Casa Tarradellas etc son un invento de un bar de Almuñecar (ya os hablaré de él), aunque decir esto es quizás un poco atrevido por mi parte. Lo que sí que es verdad, es que las roscas existen en la zona desde que tengo uso de razón, probablemente desde principios de los 80. En este sitio la variedad de roscas es tremenda, a nuestro juicio están hechas de forma exquisita gracias a una plancha especial que tienen y que creo que ningún otro la posee. Además, la guarnición, el tamaño, el sabor, la calidad del pan, la ubicación y el precio son sobresalientes. Os aseguro que por 15€, podéis cenar muy bien y tomando además un par de consumiciones.



Pues nada, ya de este punto nos fuimos para casa. Hasta aquí un primer paseo culinario por esta preciosa localidad que objetivamente os recomiendo conocer. Dentro de poco, os publicaré más rutas que hagan de vuestra estancia, algo muy especial.

Suerte.

6 comentarios:

  1. Madre mía, no sabes la ilusión que me ha hecho leer éste post y que digas que Mari Trini es tu pastelería favorita xD Los dueños son mis tíos :) y el pastelero jefe ahora es mi primo Pepe Luis (que ha ganado varios campeonatos de España). Deberías probar el roscón de reyes que hacen... Es superior!!!!!! (Y el que está relleno de esa deliciosa nata, ni te cuento :P). De pequeña el San Marcos y las Bambas eran mis favoritos, pero ahora el Hojaldre de fresas y natas ha ganado muuuuchas posiciones ;)

    Y como tú, también pienso que la granizada de limón de La Jijonenca es demasié :D Mi novio es adicto a ella :)

    Un saludo!!!

    PD: qué ilusión me hace que mi blog gastronómico favorito escriba tanto sobre mi querido pueblo :)

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  2. Hola,

    Aquí el novio de Marina. Suscribo todo lo dicho :D El roscón de Mari Trini es prácticamente como tocar el cielo. Del granizado de limón de La Jijonenca, lo único que puedo decir de él es que el verano pasado me debí tomar como unos 20 en dos semanas.

    Yo destacaría también el bar de copas El Convento (creo que se llama), que hace unos mojitos superiores.

    Saludos y muy buen post!!

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  3. Fer, Marina: encantado de comentar con vosotros. Pues crudo lo tenemos para probar un roscón de Reyes de Mari Trini, ojalá pudiéramos!!! jejeje. Pero cuando vayamos probaremos el hojaldre de fresas ¡sin duda!. El strudel también está muy bueno (si os gusta este pastel, claro).

    Bueno, pues los mojitos del Convento tenemos que probarlos, y sin duda el granizado de La Jijonenca es adictivo ¡estoy contigo Fer!.

    Oye, ¿qué tal la cena en el Calabajío hace unas semanas?. Nosotros fuimos a comer y nos encantó, ahora sí que es otra cosa.

    Un saludo y gracias por comentar.

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  4. Pues la cena, por mi parte increíble. Para mi gusto, el Calabajío es el restaurante de Almuñecar (de los que he estado) en el que mejor se come. Eso sí, lo que menos me convence de la carta son los postres.

    Por cierto, de El Convento, casi mejor que los mojitos es el ambiente. Recomiendo subir a la última planta (cuidado con las escaleras), en una noche de verano con poca gente. Con la luz baja y la música ambiente, es increíblemente agradable estar allí.

    Saludos!

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  5. Pues la cena en el Calabajío estuve genial!!! :D Para compartir nos tomamos unos huevos rotos con patatas y jamón (demasiado buenos :P) y luego cada uno un solomillo.

    Yo solomillo de buey con rúcula, parmesano y vinagreta de mostaza (buenísimo)

    y Fer se tomó otro diferente, al Oporto creo, pero no recuerdo exactamente el nombre, y en la web no viene porque la carta la han cambiado :)

    Lo que no nos gustó demasiado fue el postre.. pedimos tarta de queso y no sabía a tarta de queso :P demasiado dulce.. :) Pero en general, fenomenal :)

    Por cierto, totalmente de acuerdo con Fer, no puedes perderte El Convento!! :)

    Saludos!!!

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  6. Tomamos nota de vuestras recomendaciones, y qué bien cenásteis ¡madre mía!. Nosotros la última vez que lo posteamos fue con un serial de solomillos (aquí), creo que lo habréis visto. Nos gustaron todos.

    Gracias por escribirnos.

    Un saludo.

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