Granja de los Chaburres, los perritos calientes de Madrid

Todavía recuerdo en Madrid la zona de perritos calientes de Manuel Becerra y Alcalá que tanto frecuentaba yo de chaval, todavía recuerdo a 100 pesetas (ahora de media a 1€) el perrito con refresco y oye, mis hermanos mayores lo vieron hasta por 30 ptas!!. Ahora recuerdo aquellos botes metálicos altos y poco lustrosos llenos de esa salsa de tomate de lata y esa mostaza tipo Uncle William dónde el dueño de La Granja de los Chaburres mojaba los panes preñados de la salchicha y bien tostados por dentro mientras te preguntaba que tal te iba o su mujer te sonreía y te animaba a comerte los que hicieran falta. Qué tiempos, ¡¡¡ era capaz de comerme cuatro!!!, y eso que su calidad seguro que era la justa.


Pues no le iría mal a este hombre porque contaban algunas gentes que alguno de sus hijos los tenía estudiando en EEUU. Bueno, al grano, recuerdo que la calle se llenaba de colas de gente para pedir cervezas y perritos. Había varios, pero los más importantes eran, la pastelería David, el bar Novasol, la cervecería alemana, etc.


Había chicos, chicas, señores, niños, barrenderos, ejecutivos, todos los consumíamos, y toda la calle olía a esa mezcla de mostaza y el hervor de las salchichas en el aparato de cocción tan maravilloso que venía parejo a las barras de calor, además por la noche, si no tenías grandes planes se acababa siempre en esta zona (si salías cerca de allí claro) porque algunos de estos sitios cerraban sobre la una de la mañana y era ideal zamparse al menos un par de ellos por 60 ptas cada uno antes de irse a la cama.

Supongo que en tu localidad, habrás vivido algo parecido.

Bueno os parecerá una chorrada escribir un artículo sobre una forma de vida y una comida etiquetada hoy por hoy como insaludable y en general 'basura', pero os va a gustar leer lo que os voy a contar porque aparte de poder saber algo más sobre las cosas del comer en general no tenemos más remedio que admitir que el perrito caliente se ha acuñado fuerte como parte de la comida de nuestros tiempos, los tiempos que nos ha tocado vivir como diría Julián Ruiz. Por mucho que reneguemos o por mucho que nos neguemos a ello, esto es así.

A lo mejor lo que realmente nos falta es reconocerlo, o si cabe conocerlo, porque muchas veces pensamos que comiendo un perrito caliente nos estamos mal nutriendo con grasas, nitritos, aditivos y sales abundantes y puede ser todo lo contrario, nos podemos alimentar bien, en casa, añadiendo calidad al bocadillo y comiéndolo de vez en cuando.


Quizás el problema viene porque en esto hay un desconocimiento muy grande, partiendo de la educación que reciben nuestros hijos en cuestiones alimentarias hasta la poca información que hay de algunos productos y la forma de comerlos. Aquí, la sociedad y la publicidad, adquieren un valor muy importante dónde tenemos que recordar siempre que hay ciertos alimentos que son valiosos como parte de un menú anual, y no tan valiosos como menú diario, pero claro, dejarlos de lado de forma radical no es una buena idea.

En fin, creo que ya os imagináis por dónde voy.

El perrito caliente según proclama wikipedia ya sabéis que es un bocadillo de salchicha, normalmente de tipo Frankfurt (hervida o a la plancha) en un pan alargado blando y que suele acompañarse con algún aderezo.


Según la misma fuente todo surgió en Nueva York hacia el 1800 gracias a varios carniceros europeos que emigraron a Estados Unidos. De entre ellos un carnicero alemán llamado Charles Feltman fue el primero en vender este tipo de hot dogs en unos carritos por las playas de Coney Island, aunque por triste que parezca la historia y los honores se los llevara su ex empleado Nathan Handwerker (también emigrante alemán) qué visto lo visto hizo famoso el producto a base de oportunidad, trabajo y suerte.

Nathan ahorró dinero y abrió su propia tienda de perritos calientes al otro lado de la calle de Feltman. Nathan en su demostrado y voraz afán de competitividad puso grandes letreros anunciando a mitad de precio varios de los productos que Feltman también vendía, cuestión por la que atrajo muchos de los clientes de Feltman sin empeorar el género y presentación. Era 1918.

Foto extraída de www.nytimes.com

El negocio prosperó hasta tal punto que como si la lotería le hubiera tocado cuando en 1920 la estación de metro Stillwell Avenue se inauguró, lo hizo justo enfrente ganando Nathan una popularidad que finalmente dejó en la estacada el negocio de Feltman hacia 1950.

En fin, cosas de la vida, actualmente el tal Nathan sigue estando en Coney Island, en la esquina de Stillwell con Surf Ave, y aunque su imperio de perritos calientes se ha expandido considerablemente, cada 4 de julio patrocina un concurso de consumo de perritos calientes famoso en todo Nueva York.

Como curiosidad Wikipedia comenta que en Argentina y Uruguay se lo denomina pancho, en Chile cambia de nombre de acuerdo a la combinación de aderezos y que se come en medio mundo. Que es una comida de origen alemán a base de carne picada, generalmente de cerdo y algunas veces vacuna, que tiene forma alargada y cilíndrica. Para la elaboración se suelen aprovechar las partes del animal que, aunque son comestibles y a menudo nutritivas, no tienen un aspecto particularmente apetecible, como la grasa, las vísceras y la sangre. Esta carne se introduce en una envoltura, que es tradicionalmente la piel del intestino del animal, aunque actualmente es más común utilizar colágeno, celulosa o incluso plástico, especialmente en la producción industrial.

En fin, todos los hemos comido, unos más que otros claro, la verdad es que hemos notado diferencias entre los sitios y los tipos de perritos, y yo estoy seguro que muchas veces más que la carne lo que se aprecia como rico y sabroso son sus guarniciones, es decir, la mostaza, la salsa de tomate y como no, lo tierno del pan. La verdad es que un buen perrito caliente siempre lo he dicho es como un pastelito, es una combinación mágica en este caso salada que apetece a todas horas.

Y sobre esto toda una vida. Reconozco que he probado salchichas en el mercado ideales tanto para perritos calientes como para un segundo plato. Muchas de ella saludables, con bajas grasas, otras grandes, otras más nocivas, otras de aperitivo, otras de otros tipos de carne, pero hay una variedad que sin duda son para mí las mejores salchichas del mundo, y estas son las salchichas vienesas ahumadas pero tipo frankfurt, y sobre todo, las de la marca La Madrileña.

¿Qué qué salchichas son esas?. Son ese tipo de salchichas con mucha historia, el emperador Francisco I de Austria las declaró ya como su plato favorito. Las llaman por allí frankfurter y acaban de celebrar su 200 cumpleaños con una popularidad casi universal. Según la leyenda en 1805 el carnicero Johann Georg Lahner (nacido en Gasseldorf) colgó las primeras salchichas en la pequeña tienda que tenía en el distrito 7º de Viena.


Lahner (1772-1845), que aprendió su oficio en Fránkfurt, llamó a su creación simplemente frankfurter, pero el invento era realmente la salchicha de viena o salchicha vienesa. Consistían en carne de cerdo o de ternera a la que se le habían quitado todos los tendones. Al principio, la carne se despedazaba a mano y luego se la ablandaba con golpes con palos. Más adelante, a la carne se le añadíó agua y se procesada en una máquina picadora operada por varios hombres. Finalmente, era introducida en intestino y procesada para su venta. Esta receta tan básica se mantiene hasta hoy, aunque claro, con algunos cambios adaptados a nuestros tiempos. La cantidad de grasa, por ejemplo, se ha reducido coniserablemente.

Pues todavía, las de La Madrileña, fieles a la receta tradicional pero ahumadas, se venden en charcuterías de toda la vida por aquí por Madrid. Tiene el despacho de venta de fiambres en la misma Calle Arenal, 18, y la verdad es que su elaboración es admirable (tengo que ir por allí). Leo en el blog lacuchara.es, que han abierto en la zona un sitio de perritos calientes muy al estilo de EEUU, se llama chicago hot dog, leeros el artículo que no tiene desperdicio que la tentación está servida.

Una cosa, ahora recuerdo que unas vienesas parecidas que he probado hace meses pero en formato mucho mayor y de otra textura, son las salchichas crujientes tipo Viena del Lidl. Si las probáis podéis imaginaros quizás un poco a qué tipo de salchicha me refiero, seguro que vuestra zona encontráis algo similar, desde luego en las marcas comerciales no he visto nada parecido.

Por último añado a mi incompleta narración que en mi colegio también había un puesto de chucherías y bocadillos regentado por el matrimonio de Valentín y su esposa, que recuerdo era famoso el 50 con y el 50 sin, bocadillos de un pan de barra tierno que a las 11 de la mañana sentaba de maravilla. Lo del con y el sin era si lo querías con mostaza o sin ella, el tomate y la salchicha venían ya en un pack que era la envidia del recreo.


En fin, que cuidéis vuestra salud, que toméis los perritos con carne de calidad, bien etiquetada y con garantías, y las salsas y guarniciones que sean también de primera calidad. Echadle buena cebolleta, zanahoria rallada, etc.. y así no tenéis porque comer mal si coméis cosas de este tipo de vez en cuando.

Suerte.

** Dedicado a los perritos rellenos de LolaB

2 comentarios:

  1. Muy señor mío: En realidad, existe mucha diferencia entre una longaniza asada a la leña y aderezada con "all i oli".
    Un cordal saludo y gracias.

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  2. Grandes personas Andres y su mujer que no recuerdo como se llamaba. El hombre se jubiló sin que nadie le sacara el secreto de las salsas de tomate y mostaza. Que recuerdos.. me encantaría saber que fue de ellos.

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